La cortisona es uno de los medicamentos más utilizados debido a su capacidad para reducir la inflamación y modular el sistema inmunológico. Se prescribe en una amplia variedad de afecciones, desde alergias hasta enfermedades autoinmunes e, incluso, para controlar el dolor. Sin embargo, su uso puede acarrear una serie de efectos secundarios que varían dependiendo de la dosis, la duración del tratamiento y la sensibilidad individual del paciente. Hoy te vamos a hablar de los principales efectos secundarios de la cortisona a corto y largo plazo para que sepas identificarlos si estás tomando este medicamento.
Efectos secundarios de la cortisona a corto plazo
Cuando se administra cortisona por un breve periodo de tiempo, los efectos secundarios suelen ser menos graves y reversibles una vez que se interrumpe el tratamiento. Entre los más comunes se encuentran:
- Retención de líquidos y aumento de peso: la cortisona puede causar retención de sodio, lo que lleva a una acumulación de líquidos en el cuerpo y, consecuentemente, a un aumento temporal de peso.
- Cambios de humor: ansiedad, irritabilidad y cambios emocionales son efectos frecuentes asociados al uso de la cortisona, especialmente en dosis altas.
- Problemas digestivos: muchas personas experimentan náuseas, ardor de estómago o, incluso, gastritis. Por ello, suele recomendarse tomarla junto con alimentos para reducir la irritación estomacal.
- Insomnio: las dosis elevadas de cortisona pueden alterar el ciclo del sueño.
Efectos secundarios de la cortisona a largo plazo
La toma prolongada de cortisona, o en dosis elevadas, puede generar efectos secundarios más serios, algunos de los cuales requieren un seguimiento médico continuo. Aquí tienes los más habituales:
1. Osteoporosis
La cortisona puede interferir en la formación de los huesos. Como consecuencia, con el paso del tiempo se puede acabar perdiendo densidad ósea. Esto aumenta el riesgo de fracturas, especialmente en personas mayores o con predisposición a sufrir problemas óseos.
2. Debilitamiento del sistema inmunológico
Al suprimir el sistema inmunológico, la cortisona puede aumentar la susceptibilidad a infecciones. Los pacientes con tratamientos prolongados deben estar atentos a síntomas de infecciones comunes como la fiebre, la tos persistente o la fatiga extrema.
3. Alteraciones metabólicas
El uso prolongado puede provocar:
- Hiperglucemia: niveles elevados de glucosa en sangre, lo que puede derivar en diabetes inducida por corticoides.
- Redistribución de grasa corporal: conocida como lipodistrofia, esta condición puede causar acumulación de grasa en el abdomen, el rostro (cara de luna llena) y la parte superior de la espalda.
4. Problemas dermatológicos
La cortisona puede debilitar la piel, haciéndola más delgada y propensa a desarrollar hematomas o estrías. Además, algunas personas experimentan un retraso en la cicatrización de heridas.
5. Miopatía
El debilitamiento muscular es otro efecto secundario asociado al uso prolongado de la cortisona. Esto se puede manifestar con fatiga muscular, especialmente en las extremidades.
6. Trastornos psiquiátricos
El uso de la cortisona, particularmente en dosis altas, puede provocar efectos psiquiátricos como:
- Cambios drásticos en el estado de ánimo.
- Ansiedad severa.
- Episodios de psicosis o depresión.
7. Glaucoma y cataratas
Otro de los efectos secundarios más comunes es el aumento de la presión ocular, lo que eleva el riesgo de glaucoma. También puede acelerar el desarrollo de cataratas, especialmente en tratamientos prolongados.
Factores que influyen en los efectos secundarios
No todas las personas experimentan los mismos efectos secundarios. Esto depende de factores como:
- Duración del tratamiento: los efectos secundarios son más comunes en tratamientos prolongados.
- Dosis: las dosis altas tienden a provocar efectos más serios.
- Vía de administración: la cortisona puede administrarse por vía oral, tópica, inyectable o inhalada. Cada método tiene sus propios riesgos asociados. Por ejemplo, los corticoides inhalados suelen tener menos efectos secundarios sistémicos que los orales.
Cómo minimizar los efectos secundarios
- Seguir las indicaciones médicas: es crucial no modificar la dosis ni interrumpir el tratamiento sin consultar a un médico. La retirada brusca de cortisona puede provocar efectos adversos graves, como insuficiencia suprarrenal.
- Dosis más bajas y tratamientos intermitentes: siempre que sea posible, los médicos intentan reducir la dosis o alternar días de tratamiento para minimizar los riesgos.
- Adoptar un estilo de vida saludable: una dieta equilibrada rica en calcio y vitamina D puede ayudar a prevenir la osteoporosis. Además, se recomienda realizar actividad física regular para fortalecer los huesos y músculos.
- Revisiones médicas periódicas: los pacientes bajo tratamiento prolongado deben realizarse controles regulares para detectar complicaciones tempranas, como problemas óseos o metabólicos.
- Medicamentos complementarios: en algunos casos, los médicos recetan protectores gástricos, suplementos de calcio o medicamentos para prevenir infecciones, dependiendo de las necesidades del paciente.
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