Desde los primeros días de vida, nuestro cuerpo comienza un proceso de crecimiento y desarrollo. Para que todo funcione correctamente, necesitamos una serie de nutrientes esenciales y, entre ellos, la vitamina D ocupa un lugar destacado. ¿Cuáles son los beneficios de la vitamina D para bebés? La vitamina D es necesaria para que el cuerpo pueda absorber el calcio y el fósforo, dos minerales fundamentales para el desarrollo óseo. En otras palabras, sin suficiente vitamina D, los huesos del bebé no crecerían fuertes y sanos. De hecho, una deficiencia severa puede provocar raquitismo, una enfermedad que debilita los huesos y puede afectar el desarrollo físico del niño. Además de fortalecer los huesos, la vitamina D también influye en el sistema inmunológico, ayudando a prevenir infecciones y mantener en equilibrio las defensas del cuerpo.
¿El problema? Que esta vitamina no se encuentra en grandes cantidades en los alimentos y, aunque nuestro cuerpo puede producirla al exponerse al sol, en los bebés esto no siempre es tan sencillo. La piel de los recién nacidos es muy sensible y no se recomienda la exposición directa al sol en los primeros meses de vida. Por eso, incluso en países soleados como España, es habitual que se recomiende un suplemento diario de vitamina D para asegurarse de que los bebés obtienen la cantidad que necesitan.
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Efectos secundarios de la vitamina D en los bebés
Aunque la vitamina D es muy beneficiosa, como con todo, es importante no excederse. Los efectos secundarios por un exceso de vitamina D no son comunes, especialmente si se administra la dosis recomendada por el pediatra. Sin embargo, cuando se da más cantidad de la necesaria durante un periodo prolongado, pueden aparecer síntomas relacionados con una acumulación excesiva de calcio en la sangre, como náuseas, vómitos, debilidad, irritabilidad o estreñimiento. En casos más graves, aunque muy raros, podría afectar el funcionamiento de los riñones.
Por eso es importante seguir siempre las indicaciones médicas y no duplicar la dosis pensando que más vitamina significa más salud. La clave está en el equilibrio. También hay que tener cuidado con los suplementos multivitamínicos que ya contienen vitamina D, para no sumar una cantidad superior a la recomendada. En general, si se administra la dosis correcta, la vitamina D es completamente segura y muy útil para el desarrollo del bebé.
¿Cuántas gotas de vitamina D debe tomar un bebé?
La cantidad recomendada de vitamina D para la mayoría de los bebés es de 400 unidades internacionales (UI) al día, desde los primeros días de vida hasta al menos el primer año. Esto suele equivaler a una sola gota diaria de los suplementos que se venden en farmacias, aunque depende de la concentración del producto. Algunos suplementos requieren varias gotas para llegar a esa cantidad, por eso siempre hay que leer bien la etiqueta y consultar al pediatra para saber cuántas gotas exactamente debe tomar el bebé.
En el caso de los bebés alimentados exclusivamente con leche materna, la suplementación es especialmente importante porque la leche materna, aunque es el alimento ideal y más completo, no contiene suficiente vitamina D por sí sola. Para los bebés que toman fórmula, la necesidad de tomar un suplemento dependerá de cuánto tomen al día. Las fórmulas infantiles ya están enriquecidas con vitamina D, así que si un bebé toma más de 1 litro al día, en algunos casos puede que no necesite un suplemento adicional. De todos modos, esto siempre debe decidirlo el pediatra, que evaluará el caso particular de cada bebé.La forma más práctica de tomar esta vitamina es administrarla directamente en la boca con un cuentagotas, preferiblemente a la misma hora todos los días para no olvidarse. Algunos padres la mezclan con la leche o con una cucharadita de leche materna extraída, aunque se recomienda que se aseguren de que el bebé se la toma por completo.
Otras vitaminas para bebés
Además de la vitamina D, existen otras vitaminas que son importantes para el desarrollo del bebé, aunque no siempre es necesario suplementarlas si el niño está sano y recibe una alimentación adecuada. Por ejemplo, la vitamina A ayuda en la formación de tejidos y es fundamental para la visión, mientras que las del grupo B participan en el desarrollo del sistema nervioso y en la producción de energía. La vitamina C, por su parte, fortalece el sistema inmune y mejora la absorción del hierro.
En la mayoría de los casos, si el bebé está tomando leche materna y más adelante comienza con una alimentación complementaria variada y equilibrada, no necesita suplementos adicionales. Sin embargo, en algunas situaciones específicas —como bebés prematuros, con bajo peso al nacer, o que presentan algún tipo de problema de absorción— el pediatra puede indicar un complejo vitamínico específico.
Es importante recordar que no se deben dar suplementos por iniciativa propia sin antes consultar con un profesional de la salud. Aunque las vitaminas son necesarias, el exceso de algunas de ellas también puede ser perjudicial. Lo mejor es confiar en las recomendaciones médicas y enfocarse en una alimentación saludable, tanto de la madre durante la lactancia como del bebé a medida que crece.