El final de las vacaciones marca el regreso a la rutina laboral o académica y, aunque para algunas personas este cambio no representa ningún problema, para otras supone experimentar cambios físicos y en el estado de ánimo, como ansiedad o depresión. A este fenómeno se le conoce como síndrome posvacacional, un estado de malestar temporal que surge al reincorporarse a las responsabilidades diarias después de un periodo de descanso prolongado. Este síndrome suele aparecer en los primeros días (o semanas) posteriores al regreso, y puede afectar a personas de todas las edades, desde adultos que vuelven al trabajo hasta estudiantes que tienen que retomar las clases después de varios meses de relax. Aunque no es una enfermedad reconocida en manuales médicos como tal, su impacto en el bienestar puede ser notable y, en algunos casos, interferir con el rendimiento y la motivación. Si tú también lo estás sufriendo seguramente te estés preguntando: ¿cómo superar el síndrome posvacacional? ¿Hay algún truco efectivo? La clave está en reconocer sus síntomas, comprender por qué ocurre y aplicar estrategias que faciliten la adaptación. Te lo explicamos.
Síntomas del síndrome posvacacional: ansiedad y depresión
El síndrome posvacacional no se manifiesta igual en todos, pero existen síntomas recurrentes que giran en torno a dos grandes ejes: la ansiedad y la depresión.
Ansiedad posvacacional
La ansiedad posvacacional surge cuando nos anticipamos a la carga de trabajo que nos espera. Nos sentimos inquietos o inquietas, nerviosos o nerviosas o nos empiezan a invadir pensamientos intrusivos ante la idea de retomar tareas pendientes, cumplir plazos o volver a lidiar con un entorno que quizás no es del todo satisfactorio. Entre los síntomas más comunes encontramos:
- Dificultad para conciliar el sueño o para dormir del tirón durante la noche.
- Palpitaciones o sensación de opresión en el pecho.
- Preocupaciones excesivas sobre el trabajo o los estudios.
- Irritabilidad y menor tolerancia a la frustración.
En algunos casos la ansiedad puede presentar síntomas físicos como dolores de cabeza, problemas digestivos o tensión muscular.
Depresión posvacacional
En el otro extremo, algunas personas experimentan un estado emocional más apagado. La depresión postvacacional se caracteriza por una sensación persistente de tristeza, apatía o desinterés por las actividades que antes nos motivaban. Los síntomas más frecuentes son:
- Falta de energía y sensación de cansancio constante.
- Desmotivación para iniciar tareas.
- Dificultad para concentrarse.
- Sentimiento de vacío o de que la rutina carece de sentido.
Es importante destacar que, aunque estos síntomas suelen ser transitorios, si persisten por más de dos o tres semanas con intensidad significativa puede ser señal de un cuadro depresivo mayor que requiere atención profesional.
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Causas del síndrome posvacacional
La raíz del síndrome posvacacional está en el contraste entre los días de descanso y desconexión y la vuelta a la rutina. Durante el descanso, el cuerpo y la mente se relajan, los horarios son más flexibles y las actividades suelen estar ligadas al disfrute y la satisfacción personal. En cambio, al regresar, nos enfrentamos nuevamente a obligaciones, horarios rígidos y, en ocasiones, a entornos laborales o académicos que no nos gustan. Otros factores que aumentan la probabilidad de padecerlo son:
- Vacaciones demasiado cortas o muy largas: las primeras no permiten una desconexión suficiente; las segundas dificultan la readaptación.
- Estrés previo al descanso: si ya estábamos saturados antes de las vacaciones, el regreso nos hace volver al mismo punto de tensión.
- Falta de satisfacción con el trabajo o los estudios: cuando la rutina no es motivadora, la diferencia con el periodo vacacional se percibe mucho más.
Consejos para la depresión posvacacional
Superar la depresión postvacacional implica adoptar una serie de hábitos y actitudesque faciliten la adaptación a la rutina sin que el regreso se convierta en un sufrimiento innecesario. Lo ideal es planificar un regreso gradual y evitar reincorporarnos de manera brusca al trabajo o los estudios justo después de un viaje o de días intensos de ocio; dedicar uno o dos días para organizarnos, descansar y retomar horarios ayuda a suavizar el cambio. Mantener hábitos saludables, como dormir lo suficiente, comer de forma equilibrada y realizar ejercicio físico regular es fundamental para estabilizar el estado de ánimo y recuperar la energía, ya que la actividad física estimula la liberación de endorfinas y reduce la tensión acumulada. Es igualmente importante incluir actividades que nos gustan dentro de la semana laboral, ya sea ir al gimnasio, a bailar, salir con los amigos o dedicar tiempo a la lectura. De esta forma no percibiremos la rutina como una cadena de obligaciones. Ajustar las expectativas es otro paso clave: intentar resolver todas las tareas pendientes de golpe solo incrementa la ansiedad, por lo que conviene priorizar y avanzar poco a poco. A nivel mental, cambiar la perspectiva del fin de las vacaciones ayuda a reducir el impacto emocional; en lugar de verlo como un punto y final podemos empezar a marcarnos nuevos objetivos que nos motiven: un próximo viaje, empezar a hacer deporte, planes de fin de semana, etc. Contar con apoyo emocional también es importante, ya que compartir lo que se siente permite procesar mejor las emociones; en casos en los que el malestar persiste más allá de un par de semanas, buscar la ayuda de un psicólogo puede ser la mejor opción.